¿Optimista o pesimista? La eterna cuestión del vaso medio lleno y el vaso medio vacío. Una misma circunstancia ante la cuál podemos adoptar posturas totalmente dispares.
¿Qué es lo que hace que unos vean lo que hay mientras otros sólo vean lo que falta?
Nuestra postura ante los hechos de la vida va conformándose de la mano de nuestras experiencias y las explicaciones que nos demos (o nos hayan dado) sobre las mismas. Esto genera unos estilos de atribución bien definidos, que van de la mano de maneras optimistas o pesimistas de valorar la vida. Sin embargo, esto no es un estado rígido e inalterable. Podemos positivizar nuestra mirada si somos conscientes de los vicios con los que nos explicamos los hechos que nos acontecen.
A continuación vamos a exponer los estilos de atribución que caracterizan a las personas más optimistas frente a las más pesimistas.
Estilos Atribucionales
- Personalización
La personalización hace referencia a la atribución de la responsabilidad o no en lo sucedido (locus de control interno o externo).
Si el hecho es positivo. Los optimistas tienden a pensar que ellos son los responsables principales del logro. Los pesimistas tienden a pensar que el hecho es fruto de circunstancias externas (el momento, la suerte, la facilidad de la tarea,…).
Si el hecho es negativo. El pesimista tiende a atribuirse mayor responsabilidad por el resultado. El optimista lo relativizará poniéndolo en relación a otros factores además de él mismo.
Ejemplo: Ante un gran resultado en un examen, el optimista tenderá a pensar que ha sido gracias, sobretodo, a su esfuerzo, a su habilidad, a las horas de estudio invertidas,… El pesimista se inclinará por destacar la facilidad del examen o la suerte.
De igual modo, ante un suspenso el optimista valorará, además de su responsabilidad, otros factores como la exposición del enunciado, la dificultad de la materia,… El pesimista se atribuirá toda la responsabilidad del fracaso.
- Alcance
El alcance hace referencia a la capacidad de extrapolación o generalización del logro o fracaso a otras áreas, momentos o situaciones de la vida.
Si el hecho es positivo. El optimista tiende a pensar que ese logro puede ser replicable a otras situaciones. El pesimista lo circunscribirá a ese hecho en particular.
Si el hecho es negativo. El pesimista generalizará ese fracaso a otras situaciones o áreas de su vida. El optimista lo entenderá como fruto de la situación concreta.
Ejemplo: Ante un buen desempeño jugando a fútbol el optimista tiende a pensar que se le dará bien cualquier deporte. El pesimista será más conservador y no extrapolará su buen desempeño a otras modalidades o terrenos.
Si el desempeño es negativo, el optimista lo atribuirá a las características específicas de la modalidad deportiva que no tienen porqué trasladarse a otras. Para el pesimista será la prueba de que no vale para los deportes.
- Permanencia
La permanencia hace referencia a la validez del hecho a lo largo del tiempo.
Si el hecho es positivo. El optimista tiende a pensar que durará. El pesimista se inclina por pensar que “lo bueno pasará”.
Si el hecho es negativo. El pesimista creerá que lo negativo durará en el tiempo. El optimista pensará que “pasará”.
Ejemplo: El refranero resulta útil para ilustrar ambos estilos de atribución temporal. El optimista tiende a pensar que llegan los brotes verdes y que no hay mal que cien años dure. El pesimista que lo bueno es fugaz y que cuando las cosas anden mal, espera y se pondrán peor.
Qué duda cabe, que ni estos estilos son rígidos ni universales (salvo en casos de optimismo o pesimismo extremos). Ambos extremos son poco aconsejables, ya que desconectan de la realidad y hacen lecturas sesgadas de la misma.
Recuerda que nadie es totalmente optimista o pesimista y todos podemos oscilar entre ambos polos. Estos estilos atribucionales pueden ayudarte a identificar que tendencia está más marcada en ti y cambiarlo si es lo que deseas.
Recuerda que tu manera de explicarte la vida es fundamental.
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