¿Cómo podemos identificar una relación tóxica? ¿Qué las caracteriza?
En primer lugar debemos aclarar que este tipo de relaciones no se limitan a las relaciones de pareja. Este tipo de relaciones malsanas pueden darse con amigos, con familiares, incluso en el ámbito laboral. Lo que definiría a este tipo de relaciones sería el malestar y/o infelicidad que se experimenta en uno o ambos miembros de la relación y que hace que uno o ambos miembros de la pareja asuman prácticas o valores con los que no están de acuerdo, boicotean su autonomía, se sustentan en la manipulación y/o el chantaje, abundan las mentiras,…
Además, una de las características más importantes (y nocivas) de este tipo de vinculación es la sensación de “enganche”. Muchas veces las personas inmersas en este tipo de relaciones reconocen los aspectos negativos de la misma, pero aún así, no son capaces de salir de ella, sino que se atrapan más y más.
Por todo ello, quiero ofrecerte algunas pautas para poder reconocer posibles relaciones tóxicas o que estarían en serio riesgo de poder convertirse en una.
– Relaciones basadas en la desigualdad.
Las relaciones en las que uno de sus miembros siempre hace y deshace, y toma las decisiones por los dos, es una relación en situación de riesgo. A medida que la relación avance, esta cesión del control de la pareja que un miembro hace a favor del otro (a veces incluso de forma escogida), dará lugar a una pérdida paulatina de la autonomía, independencia, autoestima y autoconfianza del miembro ninguneado de la pareja. Determinadas personas, en un momento dado pueden sentirse cómodas y recogidas sabiendo que el otro miembro de la pareja tiene el control, ya que eso los libera en cierto modo de responsabilidad (del mismo modo que un niño con sus padres); pero esta manera de vincularse conlleva riesgos. Una relación sana debe sostenerse en una igualdad entre sus miembros, complementaria pero horizontal.
– Relaciones basadas en suplir carencias personales
Debemos tomar responsabilidad con aquellas carencias personales que queremos superar. Tratar de hacerlo a través de una relación de pareja (o de otro tipo) no sólo es ineficaz, sino que a la larga (o no tan larga) ahondará en estas carencias y generará una dependencia sentimental poco sana.
El desarrollo personal es una tarea de cada uno, necesaria para poder establecer una relación sana e igualitaria con otra persona. Las relaciones sanas no sirven para escapar de quien no queremos ser sino para compartir aquél que realmente somos.
– Codependencia excesiva
Es evidente que en toda relación (en especial de pareja) se va creando un vínculo entre ambos miembros. Sin embargo, cuando esta codependencia es tan fuerte que anula a sus miembros (o a alguno de ellos) y sus deseos independientes (priorizan siempre al otro), acaba generando un enorme resentimiento hacia unos mismo y/o la otra persona, ya que aún siendo algo escogido, el anular sistemáticamente nuestros propios deseos en favor de los del otro generará tarde o temprano un gran malestar. Debemos responsabilizarnos de nuestras propias emociones.
– Expectativas irreales sobre las relaciones
En nuestra sociedad estamos rodeados de imágenes e ideas acerca de cómo tiene que ser una relación ideal y “perfecta”. Tal cosa no existe, al igual que no existen seres humanos perfectos. Expectativas poco realistas acerca de lo que debe ser una relación o del otro, nos generarán una gran frustración y, lo que es peor, nos llevarán a tratar de cambiar al otro, intentar transformarlo para que encaje con nuestra expectativa. Las relaciones se basan en la aceptación y no en tratar de transformar al otro. Podemos aceptar o no la manera de ser del otro (lo mismo que sí queremos estar o no con esa persona), pero tratar de cambiarlo, además de malsano, es inútil.
– Relaciones marcadas por la culpa y el resentimiento
Una de las manipulaciones más dañinas es la utilización de errores pasados para generar culpa y dolor en el otro o, lo que es peor, justificar así la conducta actual del primero. Los errores del pasado deben trabajarse, aceptarse y perdonarse ( si es posible), pero no debemos utilizarlos como arma arrojadiza, que lo único que hará será convertir la relación en una disputa continua acerca de quién es más culpable de los dos.
– Relaciones basadas en la mentira
Las bases de una relación sentimental sana son la sinceridad, la confianza y el mostrarse mutuamente de forma auténtica. Las máscaras y las mentiras sólo contribuyen a minar la relación más y más, destruyendo la confianza que pueda existir, sin la cual es imposible el sano devenir de la pareja.
– Chantaje emocional
Una forma clásica de manipulación del otro. En este caso, haciendo sentir culpable al otro de algo que haya hecho, haciéndole responsable de tu estado emocional. Una vez más, una comunicación sincera y auténtica es vital para frenar estas prácticas nocivas.
No existe una versión paradigmática de pareja perfecta, ya que cómo ha de ser una relación sólo depende de sus miembros. Eso sí, para que pueda darse la pareja que los miembros de la misma quieren, éstos han de poder ser libre para ser quienes realmente son y expresarse con el otro de forma auténtica y sincera, sin limitaciones tóxicas como las mencionadas.
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