Cada profesión tiene sus características propias, sus dificultades, sus encantos y sus sinsabores. La profesión de actor (y otras artes escénicas) cuenta con particularidades propias que hacen que pueda beneficiarse especialmente del trabajo en terapia.

Como psicólogo y actor, quiero compartir con vosotros 8 razones por las que la terapia puede ser clave en tu vocación de actor:

 

  1.  Autoconocimiento (¿Cómo me posiciono en la vida?)
    El trabajo de todo actor consiste en poner su mente, su cuerpo y sus emociones al servicio de un personaje que es posible que no tenga nada que ver con él/ella. Puede que sus ideas, sus valores, su manera de interactuar con el otro, su manera de sentir, no tenga nada que ver con la persona que yo soy. Es por ello imprescindible que todo actor realice un profundo trabajo de autoconocimiento que le ayudará a tomar conciencia de sus propios mecanismos, sus valores e ideas, su manera de colocarse en la vida (¿Tiendo a ser pasivo o agresivo? ¿Sé escuchar? ¿Invado el espacio de los demás? ¿Cedo siempre? ¿Rehúyo el conflicto?….). Todo esto dotará al actor de la libertad necesaria para que su Yo real no ensucie al personaje. Como en cualquier arte, conocer bien tu instrumento es fundamental para sacar de él su mejor sonido. En este caso, tu instrumento eres tú, conócete.
  1. Bloqueos emocionales (¿Qué emociones me incomodan?)
    Como decíamos en el punto anterior, poner sus emociones al servicio del personaje es, posiblemente, el trabajo más importante de todo actor. No en vano, las emociones auténticas son el auténtico sentido del trabajo escénico, además de ser uno de los actos más nobles y generosos de todo artista, abrir su alma y ofrecer la verdad de sus emociones al espectador. Sin embargo, a menudo hay emociones que nos cuesta gestionar en nuestra vida real. La mayoría de nosotros nos sentimos más cómodos con unas emociones que con otras. Tal vez en mi vida la rabia es una emoción que me incomoda y que tiendo a evitar o no permitirme. ¿Cómo puedo entonces poner esta emoción al servicio del personaje? ¿Dejo realmente fuera mi vida o subo mis conflictos personales al escenario? ¿Podré actuar libremente o mis bloqueos personales ensuciarán mi trabajo? Las emociones son la base fundamental de nuestro trabajo como actores y, por tanto, debemos tener plena consciencia de cómo funcionan, cómo las vivimos y cómo las gestionamos. Sólo si somos capaces de vivir y gestionar nuestras emociones de forma libre y auténtica, estaremos afinados para dotar al personaje de la nota emocional adecuada.
  1. Miedo escénico (¿Creo realmente en mí?)
    Uno de los aprendizajes imprescindibles del arte de la interpretación es la gestión de la seguridad personal. La capacidad de enfrentar el miedo, de confiar en uno mismo, de lanzarse al escenario sin red (más allá de nuestros propios recursos y nuestra preparación). Si bien la tensión antes de pisar el escenario es ineludible (e incluso necesaria), el miedo nos puede paralizar e impedirnos poder entregarnos a la escena y al personaje. Debemos aprender a confiar en nuestros recursos y transformar esa tensión (o nervios) en energía para afrontar la escena. Trabajar los posibles miedos te ayudará, no sólo a ganar confianza y disfrutar más de tu profesión, sino también a lograr el arrojo suficiente en escena como para poder arriesgar y descubrir nuevos recursos y registros como actor.
  1. Gestión de las expectativas y la frustración (¿Valgo para esto? ¿Lo lograré?)
    En una sociedad como la nuestra en la que sólo vale lo tangible y demostrable y el bien supremo es la seguridad, la vocación de actor a menudo se percibe como una quimera o una locura directamente. En efecto se trata de una profesión en la que la gestión de las expectativas y la frustración puede ser decisiva para lograr persistir y alcanzar tu meta. Expectativas demasiado altas pueden dar lugar a grandes frustraciones que te hagan abandonar, lo mismo que unas expectativas demasiado conservadoras no te permitirán arriesgar lo necesario para lograr tu objetivo. De igual modo, el manejo del fracaso y la frustración es vital en una profesión trufada de altibajos, éxitos, chascos,… Además, en muchas ocasiones la profesión obliga (en especial al principio) a llevar un estilo de vida (trabajos alimenticios, cambios de residencia, elecciones y renuncias) en aras de un hipotético momento de alcanzar el éxito.
  1. Compararse (¿Por qué él sí y yo no?)
    La profesión de actor tiene la particularidad de ser, en parte, solitaria. Al final, tu carrera y tu evolución como artista son sólo tuyas y no son comparables con las de nadie más. Eso, sumado a lo aleatorio que a menudo se presenta el éxito, hace que no sea difícil dejarse llevar por las comparaciones y el desánimo.
    Trabajar en librarse de esas comparaciones y aprender a centrarse en uno y su propia evolución es necesario para poder crecer como persona y artista y llevar realmente las riendas de tu vida y tu carrera.
  1. Gestión del juicio externo (¿Le gusto?)
    Pocas profesiones reciben tantas críticas (en muchas ocasiones descarnadas) como las de los profesionales escénicos. Desde los profesores de teatro, a los directores de cásting, los representantes, los directores de escena, los críticos, los compañeros de profesión y, por supuesto, el público. Todos ellos se sienten totalmente libres para juzgarte y opinar sobre ti con mayor o menor delizadeza y/o pudor.
    No es algo que esté bajo tu control. Si quieren ensalzarte lo harán, si quieren machacarte también. Lo que sí puedes trabajar es cómo gestionar las críticas y juicios (externos e internos) y poder sacar el mejor provecho de ellos. No lo olvides «ni cuando te adoran eres tan bueno, ni cuando te detestan eres tan malo
  1. Creencias Limitantes (Creo que…)
    Tomar conciencia de nuestras creencias (muchas de ellas inconscientes) nos ayudará a cuestionar aquellas que no nos son útiles y no nos permiten evolucionar y cambiarlas por creencias más flexibles y realistas que nos potencien en vez de limitarnos. Como dijo Henry Ford: «Tanto si crees que puedes como que no puedes, estás en lo cierto«.
  1. Recursos escénicos y terapia
    Los recursos escénicos con los que cuenta todo actor son extremadamente aprovechables en terapia. La asociación libre, una imaginación entrenada, una buena expresividad, una trabajada conexión con el cuerpo, etcétera… Si bien son recursos que toda persona puede tener, en un actor se suponen y pueden potenciar el éxito del proceso terapéutico. Ya sea con técnicas psicodramáticas o de otra naturaleza, las habilidades escénicas suman.

Si eres actor y quieres hacer terapia por estas u otras razones puedes escribirme a mdemolina@institutgoma.cat o pedir cita conmigo en el Institut Gomà llamando al 93 208 27 94. 

 

 

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